Glasgow, el ritmo de la noche


En el 33 de Bath Street están acostumbrados, no a los turistas, sino a los melómanos. En el tablón de anuncios que esta tienda de música tiene colocado en la segunda planta no entran más papeles. Desde clases de guitarra hasta reventa de entradas a conciertos. La ciudad de Glasgow alberga cada semana unos 127 eventos musicales. No es de extrañar que sea el paraíso para los amantes de la música. Quizá por eso, la Unesco nombró a esta ciudad escocesa, la más grande del país y la tercera del Reino Unido después de Londres y Birmingham, Ciudad de la Música en 2009. Ya en 1990 se la había declarado Ciudad Cultural Europea.

El último evento musical de grandes dimensiones tuvo lugar el pasado 29 de septiembre, el MTV Crashes Glasgow, celebrado en el icónico espacio Old Fruitmarket, y en el que la estrella de «hip-hop» Diddy Dirty Money engatusó al público colocándose la característica falda escocesa.


Y es que Glasgow es la ciudad por excelencia de los festivales. Si el barrio West End se ha consolidado como referente en el ocio musical, la ciudad entera renace con la llegada (si es que en algún momento se fue) del frío. El invierno es la época dorada para la música, y desde hace unos años se ha puesto de moda celebrar la Navidad a fechas cada vez más tempranas. Los Festivales de invierno empiezan el día de San Andrés (30-N) y duran todo el mes de diciembre hasta entrar en el Año Nuevo.

Pero además de los grandes eventos, la mayoría de los locales de Glasgow tienen una amplia oferta que vincula gastronomía con música, como son los espacios de actuaciones en directo. En King Tut (272a, St Vincent Street) han destinado a este fin la planta de arriba del local. Dave McGeachan, el dueño, se ha convertido en uno de los principales promotores de conciertos de la ciudad. Abrió en 1990, y ya ha tenido tiempo de convertirse en un clásico, con, además, sello discográfico propio.


Otro lugar peculiar, con una sala muy colorida entre las vidrieras y las lámparas es The Arches (253 Argyle Street), un espacio con forma de caverna en torno a Glasgow Central Station. Lo avalan a nivel internacional un amplio programa que no sólo incluye música en vivo, también noches de baile, teatro y artes visuales. 


The Corinthian Club (191 Ingram Street) no es un local. Son cinco plantas de espacios de lo más dispares, que se albergan en un edificio de 1842. Tras varias reformas, abrió sus puertas en agosto y en él se pueden encontrar desde salas con las paredes acolchadas hasta una habitación que evoca la atmósfera de un bar clandestino de América en época de la caza de brujas.


Aunque si de camino a la catedral, el viajero se cansa de tanto «lunch», puede hacer una parada y degustar unas tapas en el Café Andaluz (2, Cresswell Lane; 15, St. Vicent Place), eso sí, regentado por un italiano. Por cierto, en el mismo barrio podrá visitar el St Mungo’s Museum of Religious Life and Art, así como el Provand’s Lordship, el edificio más antiguo que se conserva en la ciudad.

Reportaje publicada en el suplemento "Viajar" de ABC, 22 de octubre de 2010