Un mundo en imágenes

Un dibujo de sus zapatos, otro de su casa, del cole, de la mano de mamá al cruzar la calle, de los caballos, de un bocadillo de pan con chocolate, que le encanta, de los deberes, de la tortilla francesa de la cena, del pijama, del cepillo de dientes... Dibujos con los que Antonio visualiza cómo será su día. Un mundo en imágenes.

Antonio tiene siete años y con dos años y medio le diagnosticaron Trastorno del Espectro Autista (TEA), más conocido como autismo. Sus padres, Maribel y Antonio, no se imaginaban entonces todo el trabajo que les quedaba por delante. “Se te viene el mundo encima”, dice el padre al recordar el momento en el que se enteró de que su único hijo tenía autismo. Fue el punto de partida de unos años decisivos en el desarrollo del niño. “La fase esencial es hasta los seis años. Si después no ha conseguido hablar, es muy difícil que lo vaya a lograr. Aunque también depende del grado del trastorno, y del desarrollo específico de cada niño”, añade.
El mundo de Antonio está representado en imágenes. Por eso cada mañana, su madre le enseña la tarjeta en la que aparece dibujado un vaso de leche para que él sepa que es la hora del desayuno. Y así con cada de una de las actividades que realiza a lo largo del día. Pero no todo es tan fácil de representar. Después de varios meses enseñándole el dibujo de un abrigo, Antonio ya lo ha asimilado y le cuesta comprender que ahora, con la llegada del calor, ya no es necesario. “No diferencia el calor del frío. Al recreo siempre quiere salir con chaqueta aunque le estén cayendo goterones de sudor. Ahora le estamos intentando enseñar que hay que ponerse ropa de verano”.
Además es hipersensible al tacto, por lo que acciones como cortarse el pelo acarrean una enorme dificultad, al igual que ducharse. “Al principio siempre lloraba al bañarlo, hasta que descubrimos que era porque cualquier esponja le hacía daño, pero no sabía cómo expresarlo”, explica su madre. El oído también lo tiene muy desarrollado. “Cuando hacemos los deberes, se desconcentra y me dice que están cerca los helicópteros. Yo no los oigo, pero tras un rato los veo pasar.”

Tarde de deberes
Cada tarde, Antonio hace los deberes junto a su madre. Se sabe de memoria todos los planetas, aunque lo que mejor se le da son las matemáticas. Necesita de rutinas en su aprendizaje. Al igual que las terapias, las visitas al logopeda, las clases de apoyo, o las actividades específicas, como la hidroterapia o la equinoterapia; todas ellas fundamentales para su adecuado progreso.
Hasta que hace un año se fundó en Ceuta la ‘Asociación de padres de personas con TEA’, la única alternativa era viajar a la península para recibir los tratamientos. Ahora una parte de ellos los realizan a través de dicha entidad, aunque continúan acudiendo a Cádiz porque están muy contentos con los resultados. “Parece que no, pero sí que se avanza”, explica Maribel. “Empezó a decir palabras con cuatro años y medio. Ahora responde, habla y pide las cosas, pero no es capaz de relatar”.

A pesar de su autismo, en el cole es uno más. Las niñas...


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Escrito al alimón con Virginia Saura