10.000 noches en ninguna parte
(2013, España) CINE
Dir. Diego Salazar
Masterclass, en la TAI. Foto: Gardeu |
Tres años son muchos para dedicarlos a rodar una película. Aunque todo depende. La escena de una conversación de, pongamos, 20 minutos, es fruto de cinco horas de grabación. El director de 10.000 noches en ninguna parte, Ramón Salazar, partía de una premisa: la libertad. Así, dejaba hacer a los actores, los mimaba, los aupaba y les daba una 'soltura' con cadena, les echaba la correa hasta que se creían libres y, sólo en ese momento, captaba lo mejor de ellos. La película rebosa de esa frenética libertad.
El día de su estreno en la Premiere Week de Madrid, el pasado 19 de noviembre, el equipo subió al escenario y antes de que se proyectase la película, espetaron al público: "Quien cuando hayan pasado 15 minutos espere saber de qué va la película, es que no ha conectado ni conectará con ella". Y tenía razón. La película es una ensoñación.
El joven protagonista (Andrés Gertrudix) vive tres vidas. Madrid, Berlín y París son los escenarios de tres historias llenas de conflictos familiares, alcohol, amor, juego, imaginación, miedo, pintura, sensualidad, contradicciones, aventuras, y toda la enumeración de emociones con las que la película va 'agarrando' al espectador.
El actor protagonista, el director y una de las actrices, Najwa Nimri -que ha compuesto además la banda sonora-, participaron un par de días después del estreno en una 'Masterclass' en la Escuela TAI, y destacaron que una de las premisas para que una película de estas características se lleve a cabo es que el equipo -muy pequeño, en parte por un presupuesto reducido, unos 200.000 euros- viaje en la misma sintonía, que aunque no compartan la misma visión del resultado final, sí al menos del proceso creativo. Los actores no disponían de maquilladores ni peluqueros, esa transformación en el personaje corría por cuenta de cada uno de ellos. Además se inmiscuían en el personaje durante toda la jornada.
Los permisos para rodar eran también algo de lo que carecían en la mayor parte de las tomas en exteriores. Eso provocaba que, por ejemplo, Susi Sánchez, que interpreta de manera espectacular -sin duda uno de los personajes más impactantes de la película- a la madre, tuviera que rodar en plena Gran Vía una escena en la que hacía de borracha sin que cortaran la calle, o que a Lola Dueñas casi se la llevara la corriente del Sena cuando se tuvo que zambullir en el famoso río francés. "Las carencias se tienen que sustituir con ganas", defendieron los miembros del equipo durante la distendida charla en la TAI. "Buscábamos la magia, y la dejamos entrar...", continúan.
Premiere Week. Foto: Gardeu |
Así, Salazar explicó que a lo largo de esta película ha profundizado en su empeño de dejarse "llevar", de "perseguir la libertad", en guiarse, y animar a los demás a que lo hicieran, por el "instinto". Todo ello amparados en que lo que prima es, apostilló Nimri, "la necesidad de contar". Después está el "rentabilizar" la película en esta "industria diabólica", matizó. "Nos tenemos que reinventar -añadió Andrés Gertrudix-, lo hemos hecho en el modo de hacer, pero debemos encontrar también el modo de vender". "Al reinventarnos debemos dejar de ser sibaritas", añadieron. "Hay que poner la mente a la altura de los sueños". "El cine es una aventura increíble con gente muy loca", recordó la actriz, a modo de justificación.