Cartas Erasmus

Me dijeron que en la Erasmus, uno encuentra, precisamente, lo que busca. Hay quien halla desenfreno, quien encuentra amistades, el que se sumerge en la cultura de acogida o el que sólo se junta con españoles. Pero, a menudo, no sabemos qué buscamos. Entonces viajar, vivir esta experiencia, puede convertirse, y se convierte, en un encuentro contigo mismo y con los demás, un descubrimiento, un regalo, un placer…


Carta 1: La Partida.
Perugia (Italia). Principios de octubre. Frío. Una ciudad de montaña entre Roma y Florencia, ojos muy abiertos, la dosis perfecta de ansiedad… y comienzo a escribir.

El vocabulario básico es:
Cerco affitto, que viene a ser: busco piso de alquiler.
Camera singola o doppia: Habitación individual o doble. Individual… per favore….
Condominio: Comunidad. (Mejor que no haya)
Riscaldamento: Calefacción (Mejor que sí haya)
Quanto costa?: ¿Cuánto cuesta?
Posso vederla?: ¿Puedo verla?
Qual´e l´indirizzo?: ¿Cuál es la dirección?

Las súperamigas, mi coinquilina y yo nos apretujamos entre la muchedumbre que corea “Signorina!”. Un hombre rompe a hachazos una escultura gigante de chocolate, la signorina en cuestión va atrapando cachos de chocolate, metiéndolos en una bolsa y repartiéndolos entre la gente.

De este modo, tenemos una inglesa, una polaca y un polaco, una alemana, y un montón de italianos, lo que
supone que, a fin de no quedarnos atrapados en la Torre de Babel, el grupo se obliga a usar el italiano
como lengua común; salpicada, eso sí, por alguna palabra inglesa de referencia común.

Dicen que Turín es una ciudad con energías místicas, que junto a Lyon y a Praga forma un “triángulo de la magia blanca”, y junto a Londres y a San Francisco, un “triángulo de la magia negra”.

Viajar no es huir, o no necesariamente. Puedes querer irte y querer continuar manteniendo en su sitio las cosas y la gente que te importan. Por eso ser estudiante Erasmus es también echar de menos y no saber cómo resolver esas emociones, es sentir que te pierdes cosas.

Todo el mundo conoce Roma antes de llegar. Pero Roma siempre sorprende. La Fontana di Trevi fue una de las primeras paradas. La pasta al salmón de la Pizzería Montecarlo; la segunda. La obsesión de mi madre: la Piazza Spagna, pero “¿dónde están las flores que aparecen en las postales y en las películas?”, preguntó.

Carta 8: Vuelta a casa
De pronto, alguien me dice: “no te reconozco”. Me quedo en silencio y aparto la mirada. Dudo: ¿He cambiado yo o han cambiado ellos? Y pienso: Si tú no me reconoces, no puedo yo reconocerme a mí misma. 

Carta 9: Florencia
Él –mio fratello, mi hermano– lee a Mario Benedetti; yo alterno a Maruja Torres con Primo Levi. Al tren le cuesta avanzar (los trenes en Italia, además de no conocer la palabra puntualidad, parecen sacados de una película de posguerra, y los oídos se entaponan con el aire que entra por unas ventanillas imposibles de cerrar). Conversamos sobre el valor simbólico del color azul, convertido en tristeza, que diría Rubén Darío. La lluvia aumenta a medida que nos acercamos a Firenze (Florencia).

Ya sólo nos quedaba uno, el más temido: “Teoria e tecniche del linguaggio radiotelevisivo”. Hemos de reconocer que no es muy difícil estudiarse qué es “Il Grande fratello” o hasta qué punto Berlusconi controla la TV italiana… pero los miedos residen en la ley de la reforma radiotelevisiva y en la supuesta altivez del
profesor. Mi coinquilina saldría llorando del examen, a lo que el profesor añadió: “Señorita, que esto es un sistema de democracia, no un sistema de torturas”...

Cinco fuimos, y la isla, Venecia, se nos regaló como un tesoro inmenso. Adoraba los libros de Enid Blyton, y el fin de semana de carnavales venecianos fue una aventura sin nada que envidiarle a las que devoraba cuando era pequeña.

Carta 12: Tutti a tavola
El menú incluirá los peculiares “grissini” (palitos de pan); el agua “frizzante o naturale” (con o sin gas); el vino; postres tan característicos como el “tiramisu”, los “profiteroles” o los sicilianos “cannoli” (canutillos rellenos de crema); un café, por supuesto, “espresso” (para un italiano, el cuarto o quinto del día); y para digerir, un
vasito de “grappa” (aguardiente italiano) o un “limoncello” (licor de limón).

Un mapa por ciudades italianas, un salto a Praga y un montón de adjetivos desordenados por mi habitación.
Elegí venir. Libremente.

Hay un dicho italiano que proclama: “Natale con i tuoi pasqua con chi vuoi”. Significa que la Navidad la pasas “con los tuyos” y la Semana Santa, “con quien quieras”.

Carta 15: Ven a jugar
Tenía algo menos de una semana para que me quedase claro que ya fuese por los tres canales de Mediaset, o por ser el “Presidente del Consiglio”, las televisiones en Italia se monopolizaban en el reino de Berlusconi; o para aprender que el Corriere della Sera se fundó en 1876 y desde entonces no había quien le hubiese quitado el liderazgo, a pesar de que La Repubblica, nacida justo cien años después, le pise los talones.

En 1828, Stendhal escribe sobre las “visitas de despedida de Roma”. El 24 de septiembre de 2008, llegábamos, en plena noche, a una casi solitaria Fontana di Trevi. Cada vez que, durante este curso, he entrado, por horas o por días, en Roma, he ido anotando impresiones y lugares en una libreta. Éste es mi último viaje a la ciudad eterna durante mi Erasmus, y las lluvias de estos dos últimos días han convertido muchas de esas palabras en un borrón ilegible de tintas azules, rojas y violetas. 

Carta 17: Viaje al sur
A las cuatro y media de una madrugada, en una noche de fiesta, me dicen: “Yo quería ser periodista en abstracto”. Nos miramos, suspiramos, y después, seguimos caminando por el paseo marítimo de Salerno hacia la discoteca donde aguardan los demás.

“Viajar es el más terrible de todos los placeres”, escribía el periodista y viajero Julio Camba. Es terrible porque aprender y comprender, a veces, duele, duele mucho. Pero al mismo tiempo, viajar es el más maravilloso de todos los placeres, y por ello, después de este curso Erasmus viviendo en la italiana Perugia, sólo puedo estar feliz y agradecida.

Todas éstas cartas fueron publicadas, durante mi estancia Erasmus (2008/09) en la web tuaventura  y ahí puedes leerlas íntegras.