Lloran los pinos del coto despidiendo a las carretas. Los peregrinos terminan esta noche el camino que lleva a la ermita de El Rocío. El miércoles salieron las carretas de la Hermandad de los Emigrantes; ayer, las de los onubenses de la capital. Hoy era el turno de partir para los hermanos de los pueblos más cercanos a Almonte.
El camino es polvo y risas, rebujito y la medalla de la virgen colgada al cuello. Una guitarra, una caja y una pandereta. Una sevillana palmeada entre muchos peregrinos. A ratos, caminan aguantando, cada uno como puede, el calor pegadizo y los pies que se cuecen con las botas. Cuando se cansan de caminar, suben a la carreta y recuperan fuerzas. Van armando «jaleo».