Si quieres pintar como Monet, viaja


Cuadro de Kandinsky.

Kandinsky ahondó en la abstracción tras observar un cuadro suyo colgado del revés. Fue ese cambio de perspectiva el que lo animó a buscar. Pero incluso sus composiciones más extravagantes partían de elementos naturales externos. Los observaba para alejarlos luego de su significado impuesto, los descontextualizaba.

Observar ha sido siempre el primer paso del pintor. Hecho que se intensifica en los pintores paisajísticos. Es posible trasladarse al apacible Mediterráneo al contemplar una obra de Sorolla. Gauguin necesitó empaparse del Caribe para poder ponerle color. Igualmente otras pinturas transportan a escenarios inspiradores. Aquí, algunos ejemplos donde no son necesarias fotografías: los lienzos son la mejor huella de quienes un día llegaron con su pincel y su paleta.

Nenúfares.
La visión de los impresionistas
De todas las escuelas, el impresionismo, convertido en reflejo del momento, es de las más aclamadas. Pinturas que trasladan a montañas verdes, azules; a atardeceres anaranjados y fucsias. Claude Monet, impresionista por excelencia, invita a estos parajes, a viajar a través de sus pinturas. Cuadros como ‘Impresión, salida de sol’ o ‘Álamos al borde del Epte’ describen estepas y ríos, especialmente franceses. Paisajes como los de Giverny, donde el artista vivió más de 40 años, y cuya casa puede visitarse junto a los jardines que inspiraron sus conocidos ‘Nenúfares’. Otros trabajos hacen hincapié en el escenario, por ejemplo, ‘La estación Saint-Lazare’. “Monet ya la había pintado otras veces con menos éxito. Esta vez sí es maravillosa”, dijo la crítica tras presentarla en la Tercera Exposición Impresionista de 1877. 

Camino al Cubismo
Horta San Joan.
En su viaje hacia el Cubismo, existió para Pablo Picasso un lugar inspirador: Horta de Sant Joan. Este pueblo agrícola de la provincia de Tarragona (España) alberga hoy el Centro Picasso. ‘La fábrica de Horta’, ‘Casas en la colina’ o ‘El pantano’ quedaron como herencia. Los escenarios catalanes también inspiraron a otro español: Salvador Dalí. La Costa Brava como lienzo: Figueres, donde nació y murió; Cadaqués, que alberga, en el paraje de Portlligat, su Casa-Museo y Girona, con un museo en el que elefantes surrealistas decoran el jardín. Porque como dijo el maestro surrealista: “lo único de lo que el mundo no se cansará nunca es de la exageración”.


Estampa japonesa
‘Treinta y Seis Vistas del Monte Fuji’ es una de las más famosas series de estampa japonesa. Grabados, realizados mediante xilografía entre los siglos XVII y XX, que reflejan lo icónico del lugar, convirtiéndolo en objeto de inspiración de muchos artistas. Katsushika Hokusai es el principal. Recreó este pico en la isla de Honshu, el más alto de Japón, y engendró su obra más célebre: ‘La gran ola’.

Fuji. 

Pintura holandesa
Los Países Bajos alcanzan la memoria colectiva a través de la pintura holandesa. El llamado siglo de Oro neerlandés, el Barroco, dejó escenas de canales, como los de Delft, grandes llanuras y cielos nublados. Rembrandt, Frans Hals, Johannes Vermeer… La presencia de molinos –algunos como los de Kinderdijk son Patrimonio Mundial– que cuando hoy se visitan dejan la sensación de estar inmerso en un cuadro como ‘El molino de Wijk bij Duurstede’, de Jacob Ruisdael.

“La pintura es la nieta de la naturaleza”, dijo Rembrandt. Y todo es cíclico. Escenarios admirados en lienzos. Paisajes que sirvieron de empuje e inspiradores cuadros que hoy animan a viajar.


Reportaje y fotografías publicados en Passenger6A