Es el año de comerse Huelva

Chocos, jamón, gambas, fresas, vino… Huelva ha sido nombrada ‘Capital Gastronómica Española 2017’, así que siéntate a la mesa: el banquete acaba de empezar.
Gambas de Huelva. Foto: María Clauss.

El Rocío, Matalascañas o Doñana sitúan a Huelva, la capital más soleada de España, en el mapa. También la gamba y el jamón son referentes de esta provincia andaluza que a menudo pasa desapercibida entre los turistas adictos a la Costa del Sol. Pero la Costa de la Luz tiene mucho que ofrecer, y uno de sus mejores ganchos es la comida: Huelva es ‘Capital Gastronómica Española 2017’. Los onubenses llevan hasta en el nombre su pasión por comer: ninguno responderá a este gentilicio; los nacidos en Huelva son ‘choqueros’, término heredado del choco –sepia fuera de Andalucía–, el molusco estrella de la provincia.

Huelva es jamón y jamón es Sierra, con denominación de origen en Jabugo, donde la pata se vuelve negra. Desde esta comarca se exporta el jamón más caro del mundo (4.100 euros la unidad) pero para degustarlo a precios más asequibles están sus pueblos. En el propio Jabugo se puede visitar la bodega Cinco Jotas, que incluye un recorrido por la bodega, un circuito por la dehesa –donde los cerdos son criados en libertad, alimentándose de bellotas–, a pie o a caballo, y una degustación de jamón de bellota 100% ibérico.


Aracena es la capital de la Sierra y el refugio de la Gruta de las Maravillas: estalagmitas y estalactitas que forman la que se abrió en 1914 como la primera cueva turística de Europa. En el Parque Natural Picos de Aroche o en pueblos con restos islámicos como Almonaster la Real también se pueden comer platos típicos: montadito de jamón con presa o pluma, carrillera de cerdo ibérico al Pedro Ximénez. En Fuenteheridos, Biarritz, una casona solariega del siglo XVIII, oferta alojamiento y ricos platos ‘choqueros’ en los que el cerdo es siempre el protagonista.

 Haciéndole seria competencia al jamón está la gamba. El mar, presente en la gastronomía, hace de chocos, gambas y coquinas seña de identidad de pueblos como Mazagón, Punta Umbría o El Portil. Merecen una visita Isla Canela y Punta del Moral, puerto de pescadores donde las gambas llegan al plato casi al momento de pescarlas: cualquiera de sus barecitos ofrece marisco fresco.

En Huelva capital, restaurantes como Portichuelo, Juan José y Paco Moreno destacan con platos tradicionales: chocos con habas y albóndigas de choco. La Pepa o Acánthum fusionan los productos locales con sabores nuevos. El primero está especializado en arroces y bacalao; el segundo ha logrado la primera estrella Michelín para la provincia, apostando por platos modernos pero “siempre desde Huelva”. “Nuestra raíz –destacan–; sin tradición no hay evolución”.

El Condado y la Cuenca Minera son las comarcas que destacan por sus vinos y vinagres. Acercarse a Riotinto supone recorrer las minas rojizas y su río del color del vino, estudiado por la NASA a causa de su parecido (en ciertos minerales) con Marte. Bollullos, La Palma o Moguer son pueblos idóneos para comprar vino. En este último, lugar de nacimiento del Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez, la especialidad es el vino dulce de naranja, mientras que el pueblo vecino, Palos de la Frontera, lo aroma con fresas. Los fresones de Palos son estandarte de un pueblo marcado por ser el puerto de partida del viaje de Cristóbal Colón que desembocaría en el descubrimiento de América. Aquí pueden verse las réplicas de las carabelas, así como el monasterio donde se reunió con los Reyes Católicos.

Para completar el menú, carnes de caza y quesos destacan en la comarca del Andévalo. Aunque la estrella es la manteca de cerdo, secreto para que los guisos salgan sabrosos. La carne metida en manteca y servida fría puede degustarse en pueblos como Cabezas Rubias, Calaña o Valverde del Camino, famoso también por la elaboración de calzado. El broche a este recorrido gastronómico por la provincia lo pone el postre: pasteles de San Bartolomé de la Torre, yemas en la Confitería Rufino, una casa artesanal de 1875 (Aracena), o bollitos de leche en la Confitería de la Victoria (Moguer), también de finales del XIX.




Artículo publicado en Passenger6a