Bucea por los museos submarinos

¿Arte bajo el mar? Lanzarote ha abierto un museo a doce metros de profundidad. En Cancún, con 500 esculturas, se encuentra el más grande del mundo. ¡Ponte el neopreno!

Adultos y niños inmóviles en un barco. Hechos de un cemento –ph neutro– inocuo para el medio ambiente. Al llegar al mar, descienden a las profundidades. Los turistas se sumergirán a contemplarlos. Son los museos subacuáticos. En Lanzarote (Canarias, España) se inauguró el pasado marzo el Museo Atlántico. 2.500 metros cuadrados en pleno océano homónimo, en el litoral suroeste de la isla, cerca de la Bahía de las Coloradas.

Sesenta esculturas que cambian la percepción del visitante que las observa bajo el mar. Realidad alterada por el efecto de la luz refractada, la falta de gravedad y las ondas de sonido. Sumergirse en un inmenso caleidoscopio, impactado por el volumen de las esculturas: pesan entre 200 kilos y ocho toneladas. Estatuas que quieren ser reflejo de la gente del lugar. Camufladas, tan intrigantes como la de un hombre convertido en cactus, cual versión canaria del mito de Apolo y Dafne. El objetivo del autor, Jason deCaires Taylor, es crear arrecifes artificiales que incrementen la biomasa marina. Busca “potenciar la conciencia medioambiental, con la esperanza de que los turistas reconsideren las playas como algo más que paraísos soleados”, explican desde el museo. Aboga por la defensa de los valores medioambientales de un territorio declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco.

Ese “respeto por la naturaleza” se asienta en todas las obras del escultor británico, que también expone en el Museo subacuático de Arte (MUSA) de Cancún y en Grenada Underwater Sculpture Park, en la Bahía Molinere (Caribe). En México son más de 500 las esculturas que pueden contemplarse desde un barco con fondo de cristal o buceando entre arrecifes.

Galerías de arte bajo el mar
El Museo submarino de Cape Tarhankut, en Crimea (Rusia), guarda bajo el Mar Negro bustos de las figuras políticas más importantes del siglo pasado. Se le conoce como el callejón de los líderes: 50 figuras como Lenin, Stalin o Marx, que tras presidir las calles, con el fin de la Unión Soviética fueron enviadas al mar.
En Antalaya (Turquía) se encuentra The Side Underwater Museum, con 110 esculturas a una profundidad de entre 7 y 25 metros. También hay un parque submarino en la isla de Losinj (Croacia), con 300 metros de ánforas, replicas de cañones y ametralladoras de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque no es exactamente un museo, el Florida Keys National Sanctuary (Estados Unidos) alberga casi una decena de barcos hundidos de diferentes épocas, formando un de santuario marítimo dedicado a los naufragios.
Lanzarote alberga desde un homenaje a la flora insular a una crítica sobre inmigración. Espíritu reivindicativo que comparte el plantel de líderes relegados al mar del museo ruso. Perseverar la historia pretenden Turquía o Florida. Es arte bajo el mar pero es también historia y naturaleza. En el Museo Atlántico, donde esperan aumentar hasta 300 las esculturas, algunas ya han comenzado a crear vida a su alrededor. Es arte submarino, pero sobre todo, es arte en transformación, vivo.

Artículo y fotos publicado en Passenger6a