Literatura para vivirla: ‘La ridícula idea de no volver a verte’


 

2020 se ha marchado haciendo mucho ruido. Dejando sabor a muerte. Porque sí, sabrá a pandemia pero la pandemia traía -trae- muerte. No solo por los muertos sino por su mera presencia. El miedo a ella, un miedo que esconde miedo a la ausencia, a la soledad, a la tristeza, al desamparo. Y también al sufrimiento. Pero la muerte, sobre todo, nos deja una evidencia: la muerte no es ajena a la vida, sino que forma parte de ella.

La ridícula idea de no volver a verte, un libro que Rosa Montero publicó en el año 2013 a través de la editorial Seix Barral, es un claro, evidente, perspicaz y necesario relato que nos habla de ello. No puede calificarse de novela pero tampoco de biografía, aunque obviamente estaría más cercano al relato biográfico (y autobiográfico al mismo tiempo) que a la narrativa. Y es que dos historias se cruzan en el libro.

Por un lado, la historia de la científica Marie Curie. O más que su historia, parte de ella impregnada de su ideario emocional. Y es que a medida que ella va acercándose a sus grandes descubrimientos sobre la radioactividad, el lector se acerca a su gran trabajo científico. Pero al mismo tiempo también a sus miedos y emociones, e incluso a su arrojo y seguridad para anteponer sus investigaciones a la crianza de sus hijas, y, sobre todo, a su propia salud, de la que se olvida haciendo de la radioactividad su compañera de vida.

Pero precisamente de compañeros de vida habla también el relato, y es que junto a la extraordinaria vida de Curie brillaba la figura también de su igualmente extraordinario marido, Pierre Curie. Y de como su inesperada pérdida -la muerte- la deja sola en un camino al que ya no ve luz.

Y al mismo tiempo que la muerte arrasa con los Curie, lo hace con la autora. Porque en su más íntimo relato, Rosa Montero busca en su propia pérdida y se enfrenta a la muerte de su compañero de vida, Pablo. La literatura nos salva, a los escritores y a los lectores, porque logra que en ella encontremos un punto de fuga, una vía de escape. Y así, Montero se agarra a las letras para sobrevivir al dolor de su pérdida e ir más allá.

Montero logra hablar de la muerte desde la vida. Hablar de la vida y de la necesidad de darnos cuenta de los instantes felices en el momento en que los estamos viviendo. Ligereza, plenitud, sabiduría. La muerte está ahí, a nuestro lado en cada paso. Y en este año que se ha ido nos hemos dado cuenta más que nunca de ello. Pero también está ahí nuestra voluntad por arrasar (en un buen sentido) con nuestra vida. Por exprimirla y por detectar la felicidad de cada minuto aprovechado.

Habla de la culpa. “Culpa por no haber dicho, por no haber hecho, por haber discutido por tonterías, por no haberle mostrado más tu cariño. Uno sería infinitamente generoso con los muertos amados: pero claro, siempre es mucho más difícil ser generoso con los vivos”. Reflexiones que nos invitan a despertar, a encontrar.

Pero La ridícula idea de no volver a verte también nos habla de bloqueos y despertares; de conciencias y nimiedades que quizás no lo sean tanto; de maternidad y ciencia; de la libertad. Porque, por encima de todo, y aunque creamos a primera vista lo contrario, al sumergirnos en él nos damos cuenta de que es un libro de amor y, sobre todo, de vida. De vida como la que nos aguarda en 2021, todo un año aún en el horizonte lleno de oportunidades para vivirlas.  


                             Reseña publicada en  Qrónica