Espido Freire: “Vivir no es importante; lo importante es leer”


Comenzar en la escritura -y en la publicación de sus obras- tan joven -fue, con 25 años, la escritora más joven en ganar, con Melocotones Helados, el Premio Planeta- le ha servido para no tener miedo a probar cosas nuevas. Así lo reconocía este jueves la escritora Espido Freire en una conferencia que ha realizado en el Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria.

Una conferencia que debía haberse celebrado hace dos años pero que la pandemia la pospuso en el tiempo. Un tiempo que nos ha enseñado a, entre otras cosas, vivir más intensamente la inmediatez. Y también que las nuevas tecnologías pueden ser la puerta abierta a otros mundos que antes se nos escapaban.

Espido Freire sabe de novísmos y de romper barreras, de ahí que en su trayectoria haya entremezclado novela y ensayo, palabras para sus pasiones literarias, dramaturgia y puesta en escena, interpretación y análisis de las mezquinidades no de la literatura, sino de la vida plasmada en personajes: los reales, y los de los libros; si es que no son lo mismo. Y hasta de podscats sobre todos esos temas que arañan realidades que creíamos inamovibles cuando casi nunca lo son.

Protagonista de ese recorrido, la autora está investigando en la realidad aumentada, fascinándose poco a poco por qué nos deparará el metaverso. Conectada con los tiempos, aprovechándose de ellos pero sin olvidar, como ha hecho siempre, al siglo XIX del que somos hijas.

Por ello para comenzar su ponencia ha reconocido cuáles han sido, o siguen siendo, los escritores de los que bebe: Shakespeare, que la encaminó por la carrera de Filología Inglesa; Calderón de la Barca, que nos enseña el barroquismo de un mundo “que es un teatro en el que nos comportamos como podemos, como bien nos va dejando la vida”; Dostoyevsky, que nos acerca al mundo desde la visión del postmodernismo; Borges, que nos conecta con “su búsqueda eterna para saber dónde estamos dentro del laberinto, y si en ese laberinto hay un libro cerca que nos guíe”, y Pérez Galdós, quien la acoge en su casa y que, en parte, le salvó la adolescencia, enseñándole además la belleza de los matices de los personajes secundarios.

Porque la vida está llena de matices, de secundarios que ni son tan héroes ni tan villanos. Pero que nos enseñan el camino porque en ellos nos sentimos identificados. 

“Muchas veces -reconocía Freire- me preguntan qué consejo les daría a quienes quieren escribir. Les digo que no escriban por impulso, sino que se hagan un esquema, que planifiquen, y que lean. Vivir no es importante, bueno sí lo es; pero no es importante para escribir. Para escribir lo importante es leer”. Leer porque gracias a las palabras nos entendemos. Porque solo usando esas “palabras prestadas”, porque solo “troceando la literatura y alimentándonos de ella” nos entendemos a nosotros mismos. Porque a veces la verdad que encontramos en los libros es mucho más cierta que la otra verdad... “Cuanto más leamos, más capaces seremos de entender de qué materia estamos hechos”.


Espido Freire: «Escribir es una de las mejores salidas para no volverse loco»

Espido Freire también ha reconocido dos de sus pasiones: su amor por la precisión, la belleza y la riqueza del lenguaje -la llamaban ‘la diccionario’ en el cole-; y su vocación por leer voces femeninas. Así, la autora tiene la sensación de que los escritores hombres no tienen interés, por regla general, por ahondar en el género. Mientras que las mujeres nos interesamos en “hallar esas huellas trazadas por mujeres”, quizás porque a menudo han sido silenciadas.

“Somos fruto de una serie de lecturas”, continúa la autora, reconociendo además que los libros “amueblaron los huecos que me faltaban”. Libros que llenaron rincones y que la convierten en no solo una reconocida escritora sino una elocuente conversadora.

Como en un perfecto círculo, Freire ha regresado a las nuevas tecnologías encauzadas con sus libros. Tecnología que la “fascina” porque no puede, ha reconocido, negar el progreso una mujer que ha visto cómo su ciudad de origen, Bilbao, cambió radicalmente económica y artísticamente con la irrupción del Museo Guggenheim. “El metaverso nos ofrece grandes posibilidades, pero la tecnología podrá copiar nuestras palabras pero no nuestro análisis”.

Antes de finalizar, Espido Freire ha repasado su lado más personal, reconociendo haberlo pasado muy mal debido a no saber encontrar la felicidad, una actitud que incluso la llevó a una depresión. De ella salió, entre otras cosas, por dos factores: gracias a un sentido del humor que la ha caracterizado desde sus inicios; y gracias a que es, como ha reconocido, ser una mujer muy trabajadora